Entre los documentos expuestos destaca una carta de 1528 referida a la llegada de Hernán Cortés a Toledo.
El Archivo Real y General de Navarra dedica su microexposición del mes de mayo a mostrar al público algunos de los documentos que conserva relacionados con el quinto centenario del inicio del asedio de la ciudad de México-Tenochtitlán (1521), que culminó con la conquista de la ciudad.
Entre el material seleccionado se puede contemplar una carta manuscrita recibida en 1528 en Pamplona, en la que se refiere la llegada de Hernán Cortés a la ciudad de Toledo y las noticias traídas desde Nueva España, como se denominó a los territorios conquistados en América del Norte.
La microexposición, que lleva por título “V Centenario de la Conquista de México”, es una muestra de pequeño formato, de acceso libre y gratuito, que permanecerá abierta en la galería baja, todos los días del mes de mayo de 10:00 a 14:00 horas y de 17:00 a 20:00 horas.
Asedio de Tenochtitlán
En el mes de mayo de 1521, Hernán Cortes finalizó los preparativos para poner bajo asedio a la ciudad de México-Tenochtitlán. El sitio de la gran capital del Imperio Mexica, finalizaría el 13 de agosto con la toma de la ciudad por las fuerzas de la alianza formada entre españoles y tlaxcaltecas, así como otros pueblos prehispánicos.
Algunas de las decisiones de Hernán Cortés en estos preparativos le proporcionaron enorme fama y reconocimiento, como la de construir 13 barcos (bergantines) en el territorio de sus aliados tlaxcaltecas, para ser luego transportados por piezas durante 100 kilómetros hasta el lago de Texcoco, donde serían finalmente ensamblados para ser utilizados en el sitio de Tenochtitlán. Así, tras su primer regreso, el emperador Carlos V le nombraría Marqués del Valle de Oaxaca.
De este primer viaje de regreso a la corte española en 1528, “nos habla una carta excepcional dirigida por Francisco Duarte a su señor Juan Rena, quien, entre otros cargos, ocupaba el de pagador de obras y gastos extraordinarios del Reino de Navarra”, explican los responsables de la exposición.
Esta epístola fue localizada hace unos años en el marco de los trabajos de organización del fondo Juan Rena, que se custodia en el Archivo Real y General de Navarra, y que culminaron con la publicación de miles de documentos de la primera mitad del siglo XVI, en el buscador web Archivo Abierto.
En dicha carta le informa a su señor sobre distintos asuntos y entre ellos de la llegada de Hernán Cortés a Toledo. Francisco Duarte hace referencia, recuerdan “al asombro que habían causado los indígenas que habían venido con Cortés”, de los que se destaca, entre otras cosas, “su aspecto lampiño, es decir, su ausencia de vello facial”, y se dice que “no tienen barbas ni ninguno de ellos las tiene y por edad ya las deberían tener” y se resalta también “lo liso, fuerte y negro que tenían el cabello, tan grueso como ‘crines de caballo’.
Virreinato de Nueva España
La caída de Tenochtitlán dio paso al definitivo afianzamiento de la presencia hispánica en el continente americano, en una tierra que, significativamente, el propio Cortés propuso llamar “Nueva España”. De hecho la Ciudad de México se convertiría en la capital del Virreinato de Nueva España, establecido en 1535.
En la microexposición se exhibe un documento fechado en 1544. En éste, un tudelano llamado Diego Catalán, que residía por entonces en la Ciudad de México, otorga poder a sus hermanos de Tudela para litigar en su nombre.
De forma significativa, el otorgante declara que reside en esta “gran ciudad de Temixtitán-México”, y se alude a la grandeza y espectacularidad de la urbe que tanto habían impresionado a Cortés. Los organizadores de la exposición señalan que todavía mantiene la denominación compuesta de México-Tenochtitlán y que utiliza, además en ella, esa forma “Temixtitan” que es precisamente aquella con la que Cortés se refirió a Tenochtitlán en las cartas de relación que remitió a Carlos V.
Las similitudes que el conquistador extremeño y sus huestes encontraron entre los paisajes y el clima de la parte central de México con los de buena parte de España, llevó no sólo a que el virreinato recibiera la denominación de Nueva España, sino también a que muchas ciudades, provincias y regiones fueran designadas con topónimos evocadores de lugares de la Península Ibérica.
A ellos se unió en el siglo XVIII el de “Nueva Navarra”, como denominación alternativa conjunta para las provincias de Sonora y Sinaloa. Este topónimo tiene, pese a todo, un origen particular pues se debe al geógrafo y jesuita surtirolés Eusebio Kino quien, en el contexto de la expansión de las misiones jesuíticas en el norte del actual México, propuso, como homenaje a San Francisco Javier, denominar Nueva Navarra al territorio de Sonora y Sinaloa.
Precisamente, la microexposición se completa con los documentos de un proceso judicial seguido en 1786 ante el tribunal de la Corte Mayor, entre un navarro vecino de Aibar, llamado Miguel de Esparza que, según declara, había ocupado el cargo de Administrador General de las Rentas del Tabaco, la Pólvora y los Naipes de las Provincias de Sonora y Sinaloa.